By Nick Washington
Soy parte de un equipo que estudia las ballenas en su hábitat natural. La parte más fascinante de mi trabajo implica utilizar una cámara para fotografiar colas de ballena (también conocidas como trematodos) y documentar la recolección de muestras de biopsias de piel.
Usamos una ballesta para recolectar muestras de tejido de estas majestuosas criaturas. Parece sacado de una película de acción, pero es un método de investigación vital que ayuda a los científicos a aprender más sobre la salud, la genética y los impactos ambientales de las ballenas en sus poblaciones. El proceso de realización de una biopsia es bastante sencillo. Primero, localizamos a las ballenas, lo que muchas veces significa pasar horas en un barco oteando el horizonte en busca de salpicaduras o golpes cuando las ballenas salen a la superficie. Una vez que los detectamos, el profesor Leslie prepara la ballesta con un dardo especialmente diseñado que recupera una pequeña muestra de tejido sin dañar a la ballena. El dardo rebota en la gruesa piel de la ballena, recogiendo un pequeño trozo de tejido antes de flotar de regreso a la superficie. Luego recuperamos el dardo y almacenamos la muestra para su análisis.
Estos datos nos ayudan a rastrear los cambios en el medio ambiente, monitorear el impacto de las actividades humanas y desarrollar estrategias de conservación. Mi pasantía me ha brindado experiencia práctica en biología marina y un aprecio por el delicado equilibrio de nuestros ecosistemas.